Segun relata la tradición , un día un fraile llamado Nicolás naufragó su barco yendo con una misión de su gremio al Paraguay y se alojó en una de las cuevas de las Barrancas del Río Paraná frente a donde está hoy el Colegio Don Bosco, paraje conocido como bajada de las Bóvedas, donde sin que nadie supiera, hacía la tranquila vida de un santo.
El día que los de la población lo conocieron se asombraron al contemplar su aspecto venerable, su vida y su historia maravillosa, no vacilando en considerarlo un enviado divino. Se asegura que Aguiar quería inmortalizar el nombre del misionero.Sin embargo, se sabe que la designación del nombre dio motivo a un largo pleito entablado con unos vecinos de apellido Arias, de la Villa del Arroyo de las Hermanas (hoy lo que es la ciudad de Ramallo) quienes deseaban se llamara San Vicente, por encontrarse en la boca del Arroyo una población pequeña con una capilla que se denominaba San Vicente Ferrer.
Esta pretensión ocasionó una ruidosa cuestión en la que tuvieron que intervenir las autoridades, recorriendo el expediente todas las instancias, yendo a la audiencia de Chuquizaca, luego a la Corte y por último hasta el Consejo de Indias, en donde salió triunfante Aguiar, comprometiéndose a erigir la capilla por su cuenta y dar tierras para calles, plazas, casa parroquial, etc.,